La "intrahistoria" también es Historia




La “intrahistoria” fue un término acuñado en el pasado siglo por la pluma de Miguel de Unamuno para referirse a la “historia de las pequeñas cosas”, en clara oposición a la Historia oficial que solía (y suele) ocupar el mercado editorial y los grandes titulares de los periódicos. En este caso aprovechándonos de la invención del escritor bilbaíno, haremos un poco de Sociología, y es que, como en tantas otras ocasiones, en la imagen corporativa existen elementos que trascienden desde “la pequeña historia”, o rasgos de la “intrahistoria” que vinculan una línea de imagen, según veamos.


Concretamente hablaremos hoy de la tienda británica HMV (ver enlace), y para que la mayoría de los lectores comprenda la dimensión de esta tienda del Reino Unido, la pueden asociar por su mercado de ventas como el FNAC británico (ver enlace).


Encontraremos en este artículo como un elemento social aislado y de ámbito doméstico que los historiadores tradicionales verían con escaso valor histórico (y, por ende, omitirían en sus ensayos y trabajos de investigación), repercute sociológicamente en el desarrollo y carácter de una empresa multinacional como HMV.


En el fotomontaje que antecede a este texto, vemos por una parte la entrada a una de las múltiples tiendas que tiene abierta esta marca en la capital londinense, junto con el logosímbolo que inherentemente viene unida a esta empresa desde 1.902.


Se intuye en la mancha de color negra sobre fondo blanco lo que puede ser un perro atento a la actividad sonora de un gramófono. Nada más lejos de la realidad. Se trata de una pintura original del inglés Francis Barraud, miembro que fue de la Royal Academy of Arts, que pintó a un fox terrier escuchando un fonógrafo de cilindro. Esta obra que la tituló como Nipper, nombre del perro en cuestión, tiene una "intrahistoria", si se me permite adjetivizarla, muy emotiva.


El pintor recibió como herencia al fallecimiento de su hermano Mark, entre otras pertenencias, su perro y un fonógrafo. Dicho fonógrafo despertaba mucho interés en el can. Pero Francis no comprendía a qué se debía esta situación de Nipper. Transcurrido un tiempo, Francis decidió activar el aparato heredado de su hermano, obteniendo como sorpresa que dicho fonógrafo poseía grabaciones de la voz de Mark. He ahí la inusitada atención que mostró siempre Nipper por el fonógrafo. Tal fue el impactó que le provocó a Francis que decidió inmortalizar aquellos momentos en el cual el pequeño fox terrier se deleitaba con la voz de su amo que hizo la pintura de la cual hablamos.


A pesar de la conmovedora estampa que estamos historiando, ciertamente, el anhelo económico por un puñado de libras esterlinas o simplemente las carencias coyunturales en las que solían vivir los pintores de entresiglo (siglos XIX y XX) hizo que Francis Barraud ofreciera su obra a la Edison Bell Company de Londres para que la tomara como imagen corporativa de su compañía de fonógrafos. La oferta fue rechazada. Ante ello, Francis la colgó en una de las paredes de su taller de pintura. Allí permanecería durante cuatro años hasta que por casualidad un tal William Barry Owen, gerente de relaciones comerciales de la incipiente empresa Gramophone la vió. El interés que presentó William por el óleo de Barraud fue tal que le solicitó una variación del original para que sustituyera el fonógrafo a cilindro de Edison de 1.877 (aparato herededado de su hermano Mark), por el gramófono a disco inventado por Emilio Berliner en 1.888 (aparato que vendía la empresa Gramophone).


Y es así como desde los primeros años, los productos fabricados por la compañía, llevaron sin excepción impresos la pintura de Nipper, el perro de Mark. Lo curioso es que el hecho de un perro escuchando "la voz de su amo", que en inglés vendría a ser “his master’s voice”, ha venido a dar nombre a la empresa multinacional británica, que acogiéndose al acrónimo HMV (de his master’s voice”) hace gala, principalmente, en todos los países de la Commonwealth de tan expresivo origen, cuyo umbral está en la "intrahistoria" que como pueden haber comprendido los lectores a través de este artículo también forman parte de la Historia. Por muy simples que parezcan los hechos de nuestra cotidianeidad, conforman indisolublemente parte de la Historia o de la Sociología, porque el objeto de estas disciplinas no es otro que el propio de las Ciencias Sociales: el estudio del hombre en todas sus manifestaciones sociales, culturales, artísticas, . . .