Inmigración y Educación en Andalucía
Aunque la inmigración en Andalucía es una realidad constatada y constatable, no deja de ser paradigmático la evolución acontecida en el espacio territorial andaluz en tan solo 8 años. Concretamente nos hemos valido de una fuente documental de fiabilidad reconocida, en estos casos, para aproximarnos a la realidad social que vive Andalucía. Hemos hecho uso del padrón municipal de habitantes, teniendo en cuenta la distribución de la población extranjera según municipio de residencia.
Pero la inmigración, sempiternamente tratada como números, y no como personas gracias a la labor de esos magníficos gabinetes de estudios interesados por las cifras macroeconómicas y no por la realidad que palpita tras el dato; me da pie a plantear desde este blog la cuestión educacional que aportan estos inmigrantes llegados a Andalucía.
Así en un reciente estudio del investigador Sebastian Rinken para el Centro de Estudios Andaluces desvela que los inmigrantes llegados a Andalucía poseen, por término medio, mejor formación que los andaluces. Concretamente, el documento científico elaborado por Rinken aporta que un 28% de los extranjeros residentes en Andalucía afirma que dispone de estudios universitarios, una tasa que se eleva con los inmigrantes procedentes de Europa del Este y de Sudamérica hasta un 36%. Para que veamos la diferencia entre el aporte inmigracional, y el propiamente andaluz, tan sólo es necesario recurrir al dato: sólo un 13% de andaluces ha pasado por la Universidad.
A pesar de la balanza educacional entre uno y otro segmento estudiado, la población inmigrante tiene entre sus principales ocupaciones laborales la emanada de la agricultura, el servicio doméstico, la limpieza, la construcción y la venta ambulante.
Y tal como afirma el propio Rinken "en Andalucía podemos ver a una maestra dedicarse al trabajo doméstico, a un físico sirviendo café o a un perito agrónomo recogiendo pepinos en un invernadero". La cuestión que no avanza en detalle el estudio, pero de cuya antesala somos testigos, es que tomando como referencia lo ocurrido en otros países europeos es inevitable que esta mano de obra cualificada acapare en un futuro próximo los puestos laborales que requieren mayor preparación académica e intelectual. Los datos de la Educación en Andalucía así lo evidencian con un 35% de jóvenes de 15 años que no terminan la enseñanza obligatoria, lo que conlleva a que en 8 años se haya registrado que el 17% de los inmigrantes llegados a Andalucía ocupen espacios de importancia en la pirámide ocupacional, frente al 2% de los que llevan menos de 3 años aquí.
Tan sólo se puede pedir que estos datos sean operados con una reflexión más profunda que la que propiamente elaboro en este blog. Los Poderes Públicos tienen el deber de cohesionar la sociedad andaluza ante la llegada de una inmigración de muy variada extracción social, religiosa, económica, cultural y vital. Sin olvidar, claro está, el aspecto axial de nuestro sistema de bienestar que es la Educación, tanto para los andaluces, como para los que vienen a vivir a Andalucía de modo definitivo o temporal.